Los campesinos de Irak innovan para salvar su producción de arroz
Tras ver cómo sus arrozales, antaño exuberantes, se fueron reduciendo debido a la sequía, el agricultor iraquí Muntazer al-Joufi decidió recurrir a semillas más resistentes y utilizar técnicas de riego que gastan menos agua.
"Es la primera vez que utilizamos técnicas modernas que consumen menos agua para cultivar el arroz", explica Jufi mientras inspecciona sus tierras en Najaf, en el centro de Irak.
"Hay una enorme diferencia" en comparación con la inundación del campo, subraya este cuarentón, en referencia al método tradicional que consiste en dejar la tierra sumergida durante todo el verano para el cultivo del arroz.
Cuatro años consecutivos de sequía y disminución de las precipitaciones perjudicaron la producción en este país, donde el arroz constituye, junto con el pan, un alimento básico.
Irak, que aún se recupera de años de guerra y caos, está clasificado por la ONU entre los cinco países más vulnerables al cambio climático en el mundo, afectado por la escasez de agua, las olas de calor y el agotamiento de los ríos.
Muntazer al Jufi forma parte de los agricultores que reciben apoyo del ministerio de Agricultura para salvar la producción local.
- Cada parcela de tierra -
Los métodos innovadores consisten en combinar semillas de arroz resistentes con sistemas de riego modernos.
Bajo el sol abrasador y una temperatura que roza los 50º C Celsius, Jufi camina por su campo lodoso de una hectárea deteniéndose para reiniciar algunos aspersores defectuosos dispersos. Ahora "una sola persona puede abrir los aspersores y el agua alcanza cada parcela de tierra", subraya.
Según los expertos el uso de aspersores y el riego por goteo permiten reducir 70% la cantidad de agua requerida por la práctica tradicional. A nivel nacional esta última generalmente consume entre 10.000 y 12.000 millones de metros cúbicos de agua durante un período de cultivo de aproximadamente cinco meses.
Según el ministerio de Agricultura la superficie de los campos de arroz disminuyó en los últimos años de sequía pasando de más de 30.000 hectáreas a 5.000 en 2023.
Los esfuerzos para relanzar la producción también se centran en el uso de nuevos tipos de semillas, explica el experto agrícola Abdel Kazem Jawad Musa. Se están probando cinco tipos diferentes que son resistentes a la sequía y consumen menos agua, con la esperanza de encontrar la mejor combinación.
- Evaluación próxima -
El año pasado un genotipo derivado del muy apreciado arroz ámbar iraquí y semillas de arroz jazmín del sur de Asia dieron buenos resultados cuando se cultivaron con pequeños aspersores, y los expertos los propusieron a agricultores como Jufi.
"Al final de la temporada haremos el balance y daremos recomendaciones," indica Musa.
Además de la sequía las autoridades culpan a las presas construidas río arriba por Irak, Irán y Turquía de haber reducido considerablemente el nivel de las aguas del Tigris y el Éufrates, que riegan el país desde hace milenios.
La escasez de agua obligó a muchos agricultores a abandonar sus tierras, y las autoridades redujeron drásticamente la actividad agrícola para asegurar un suministro suficiente de agua potable a los 43 millones de iraquíes.
En 2022 las autoridades limitaron las superficies arroceras a 1.000 hectáreas en Najaf y en la provincia meridional de Diwaniyah, regiones de cultivo del arroz ámbar.
Recientemente los agricultores de Diwaniyah instaron al gobierno a permitirles reanudar sus cultivos después de dos años de interrupción. Pero a pesar de las abundantes lluvias de este invierno las autoridades solo permitieron el cultivo de arroz en 30% de sus tierras.
"El último buen año fue 2020," recuerda en su campo de Diwaniyah el agricultor Fayez al Yasiri. Su primo Bassem Yassiri no es muy optimista. "La escasez de agua puso fin a la agricultura en esta región", lamenta.
Y.Amjad--DT