El premio Nobel Drew Weissman quiere ahora vencer el covid para siempre
Desde el desarrollo de una vacuna única contra el coronavirus hasta superar la desinformación y la desigualdad mundial en materia de vacunas, el premio Nobel Drew Weissman afirma que, a sus 64 años, no hace más que "acelerar".
El inmunólogo de la Universidad de Pensilvania recibió el lunes el mayor galardón de la medicina por su investigación pionera sobre el ARN mensajero, la tecnología que está detrás de las vacunas covid-19 y que cambió el curso de la pandemia.
"Lo que pasó es que recibí un críptico mensaje de Kati cerca de las cuatro de la mañana", contó en entrevista con la AFP, refiriéndose a su vieja amiga, colaboradora y co-ganadora del Nobel, la bioquímica húngara Katalin Karikó.
Ella había recibido la noticia del comité del Nobel de que por fin habían ganado tras haber pasado desapercibidos los dos últimos años. Aunque no estaban seguros de que fuera real hasta el anuncio oficial.
"¡Nos preguntábamos si alguien nos estaba jugando una broma!", dijo.
A Weissman se le han ido acumulando los galardones: el Premio Lasker, el Breakthrough Prize y muchos más, aunque afirma que el Nobel siempre fue "lo máximo", algo con lo que soñaba desde que tenía cinco años, cuando empezó a interesarse por el funcionamiento de las cosas.
Tras cumplir 64 años y ayudar al mundo a controlar un virus que mató a unos siete millones de personas en todo el mundo, se le podría perdonar que se planteara una merecida jubilación.
Pero Weissman dice que queda mucho trabajo por hacer. "Estoy acelerando y mi mujer y mi familia no están contentos por ello", bromeó.
"Estoy en un buen momento".
- Vacuna "definitiva" -
Lo primero en su búsqueda es cómo mejorar las vacunas de ARN mensajero contra el covid-19, que han salvado innumerables vidas al proteger increíblemente bien contra enfermedades graves y la muerte.
Weissman afirma que el siguiente paso en su evolución son las vacunas universales, que serán mucho mejores que los refuerzos anualizados que se ofrecen actualmente.
Una vacuna "pancoronavírica" en la que está trabajando con un equipo internacional "debería cubrir todas las variantes futuras y cualquier coronavirus de murciélago que pueda pasar a las personas", afirma.
Aunque se sabe que los coronavirus mutan con rapidez, Weissman se asoció con especialistas en inteligencia artificial para rastrear sus estructuras, que contienen unos 30.000 "nucleótidos" o bloques de construcción, en busca de "regiones conservadas" que permanezcan inalteradas.
Han demostrado que funciona en animales y ahora esperan empezar los ensayos en humanos dentro de los próximos seis meses. "Creemos que será la vacuna definitiva", afirmó.
En total, su laboratorio está desarrollando 20 vacunas de ARNm distintas, siete de las cuales ya se están probando en humanos, y que protegen contra todo tipo de enfermedades, desde trastornos autoinmunes raros hasta alergias alimentarias y cardiopatías.
"Hemos ampliado mucho nuestro campo de investigación, y eso ha sido posible porque el mundo (...) reconoce ahora la importancia del ARN", aseguró.
Esto dista mucho del anonimato de Weissman durante los años 1990 y 2000, cuando él y Karikó hicieron sus descubrimientos clave sobre cómo se podía aprovechar el ARNm.
A diferencia de las vacunas tradicionales, las vacunas de ARN mensajero proporcionan instrucciones genéticas para convertir algunas de las células del huésped en partículas parecidas a un virus, entrenando al sistema inmunitario para cuando se encuentre con el verdadero.
- Desinformación y equidad -
Los avances científicos necesitan llegar a la gente para marcar la diferencia, y con este fin Weissman forma parte de un grupo que trabaja para atajar las reticencias a nivel mundial.
"Hay un grupo que se niega a vacunarse pase lo que pase: siguen a los políticos que presentan leyes para intentar que las vacunas contra el ARN sean ilegales en Estados Unidos", explicó Weissman, refiriéndose a un proyecto de ley respaldado por los republicanos en Idaho.
Pero los indecisos, que incluye a conservadores, afroestadounidenses, ancianos y otros, pueden responder a mensajes específicos que tengan eco, añadió.
También participa en la creación de centros de producción en países de bajos y medios ingresos, el primero de los cuales, en Tailandia, desarrolla vacunas contra el dengue y la tularemia.
Es "increíblemente importante dar acceso a la tecnología del ARN a todas las partes del mundo", afirmó. "Pfizer y Moderna no van a tener un gran interés en fabricar una vacuna contra la tularemia", una enfermedad zoonótica, rara pero grave, que prácticamente no existe en los países desarrollados.
"Pero si tienen centros de producción e investigadores a nivel local que quieran hacerlo, entonces tienen todo lo que necesitan".
W.Darwish--DT