Regresados del frente, milicianos y soldados rusos comienzan la reinserción
Gran parte de su vida, Alexander Fiodorov la pasó en prisiones rusas. Purgaba la enésima condena cuando apareció una oportunidad de libertad inesperada: ir a luchar a Ucrania por el grupo Wagner.
Durante seis meses participó y sobrevivió al infierno de la batalla por la ciudad de Bajmut y, como le prometieron, recibió la amnistía, una medalla y la libertad.
"Todo fue impecable. Me gustó, pero por ahora no quiero combatir más", explica el exreo a la AFP.
Actualmente recibe ayuda de "La Unión de Veteranos de la Operación Militar Especial" en Ucrania, que milita por un seguimiento social y psicológico de los soldados regresados del frente.
Esta organización, independiente del Ministerio de Defensa pero alineada con el Kremlin, señala que la reinserción de los militares a menudo traumatizados es un reto primordial para la sociedad, pero que en Rusia es muy incipiente.
Fiodorov tuvo derecho a finales de agosto a la primera consulta psicológica de su vida, organizada en Zhukovski, cerca de Moscú, a la que asistió la AFP.
Tatuajes de telarañas en las manos, cabeza rapada, chaqueta con la calavera del escudo del grupo Wagner: el hombre de 46 años, de aspecto robusto y rudo, se sincera con tranquilidad.
- ¿Qué te gustaría hacer ahora? - pregunta la terapeuta, Anna Kosireva.
- Convertirme en una persona normal - responde Alexander, en una sala que normalmente sirve para consultas con niños.
- Y si estuvieras en una nave espacial, por ejemplo, ¿qué función te gustaría tener? - vuelve a indagar la psicóloga.
- Enseñar a los jóvenes a vivir en la Tierra - dice el paciente.
Educado en un orfanato, cayó en la delincuencia y cumplió 25 años de cárcel por diversos delitos.
- Falta de psiquiatras –
Alexander dice "amar mucho al pueblo ruso" y venerar al difunto jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, que visitó en 2022 varias prisiones del país para reclutar a convictos para su milicia.
Durante la conquista de Bajmut, Fiodorov era explorador: su unidad tenía que infiltrarse en las posiciones enemigas antes del ataque de los grupos de asalto.
En el dormitorio de un modesto hotel de Moscú donde se aloja temporalmente, el exmiliciano muestra las fotografías de dos medallas que ha recibido. Una del grupo Wagner, otra en nombre del presidente Vladimir Putin.
Aunque asegura "vivir en el presente sin mirar hacia el futuro", también quiere "una familia y un trabajo".
La reinserción de los veteranos es "vital" para que "no se pierdan y se alcoholicen", dice.
En los últimos meses, la prensa rusa dio cuenta de varios incidentes con militares que regresaron del frente.
"Un individuo problemático será un problema en las calles, con posibles delitos. Puede empezar a violar los principios de la vida y es por eso que hay que supervisar cada persona", dice Oleg Panchurin, de 32 años y presidente de "La Unión de Veteranos de la Operación Militar Especial".
Comandante adjunto del 71º regimiento de fusileros motorizados de la Guardia, Panchurin también participó en las operaciones en Ucrania.
A principios de julio resultó herido en la pierna en Robotyne, objetivo de la contraofensiva ucraniana en el sur. Convaleciente, todavía se desplaza con muletas.
"Si no tomamos en estima a un (antiguo combatiente), él comienza a sentirse ofendido por el sistema. Hay que mostrarle estima y decirle que ha hecho lo que muchos otros no han podido", sostiene.
El estado ruso suministra ventajas financieras y material a los veteranos, pero hay dificultades administrativas y una escasez de "especialistas" para hacerse cargo de ellos como psiquiatras, juristas y asistentes sociales, explica Oleg Panchurin.
Con otras dos oenegés, el fondo "Dobrye Lyudi" (Buena Gente) y "Oficiales de Rusia", la Unión de Veteranos lanzó su propio programa para tratar los problemas psicológicos y reinsertar a los antiguos combatientes en una vida civil activa.
- Herido y abandonado –
Responsable de La Unión de Veteranos en Moscú, Elnur Khismatullin, de 30 años, es un antiguo soldado de las fuerzas especiales, convertido después en agente de policía, que se unió a Wagner en 2022.
Procedente de la región de Bashkiria, luchó también en Bajmut y asegura que sufrió seis conmociones al verse bajo fuego de obuses ucranianos.
Evacuado del frente, perdió el habla por la conmoción y sufría síndrome de estrés postraumático. Al volver a Rusia, volvió a expresarse con normalidad después de dos meses de consultas psicológicas.
Desde entonces, ayudar a otros veteranos se volvió "el sentido de su vida".
Pero lamenta la falta de consideración de muchos de sus conciudadanos, sin interés en el conflicto, que viven "en su pequeño mundo".
Ahora se esfuerza en conseguir financiación para el tratamiento de un soldado ruso encontrado medio muerto en 2022 en el campo de batalla, víctima de graves lesiones cerebrales y luego abandonado, sin habla y postrado en la cama, en un hospicio cerca de Moscú.
Los veteranos interrogados por la AFP quieren evitar los estragos que sufrieron después de la guerra soviética en Afganistán o la lanzada por Rusia en Chechenia, cuando decenas de miles de exsoldados se encontraron sin ayuda.
Más todavía cuando la intensidad excepcional de los combates en Ucrania puede provocar traumas devastadores.
"Hay que comparar esto a 1941 (fecha del ataque nazi contra la Unión Soviética, ndlr) cuando nuestros abuelos estaban en las trincheras, sin agua, sin comida", apunta Alexander Bosenov, de 25 años, que también combatió con Wagner en Bajmut.
Ahora se ve trabajando en la seguridad o en la formación de reclutas. "Sé disparar con todo tipo de arma de fuego, incluso el mortero", dice con una voz nerviosa y un extraño brillo en su mirada.
Por debajo del cráneo muestra una larga cicatriz blanca dejada por la bala de un francotirador que le rozó la cabeza.
V.Munir--DT