Una mezcla de alivio y desesperación en los campamentos de acogida tras inundaciones en Pakistán
Tras las mortíferas inundaciones que dejaron millones de desplazados en Pakistán, por todo el país aparecieron campamentos improvisados para los desplazados en escuelas, autorutas y bases militares, pero en estos lugares los damnificados se debaten entre el alivio y la desesperación al darse cuenta de que lo perdieron todo.
En Nowshera, en la provincia de Jaiber Pastunjuá, en el noroeste, un colegio técnico fue transformado en albergue para cerca de 2.500 personas.
Los damnificados, agobiados por el calor apenas reciben ayudas alimentarias y agua para poder lavarse.
"Lo único que comimos en los últimos tres días fue arroz", cuenta a AFP Malang Jan, 60 años. "Nunca pensé que algún día sufriría algo como esto. Perdimos nuestro paraíso y ahora estamos forzados a vivir una vida de miseria", agregó.
Su familia fue rescatada por barco cuando su casa fue arrastrada por las aguas que dejaron sumergido a un tercio del país, provocando 1.100 muertos y dejando 33 millones de damnificados.
En el jardín de esta escuela fueron instaladas tiendas. Las salas de clase fueron reservadas a las mujeres, que fueron las primeras en llegar y esto les da un esbozo de intimidad.
Otros están obligados a convivir apretados en los pasillos donde además están algunos bienes que la gente logró salvar del desastre.
- "Pánico" -
Además de los objetos, los desplazados también trajeron a sus animales y por el patio deambulan cabras y gallinas.
Este campamento está gestionado con la ayuda de varias organizaciones humanitarias locales, partidos políticos, en un momento en que las autoridades locales se han visto desbordadas por la amplitud del desastre.
Hay voluntarios distribuyendo carpas, colchones, agua, lentejas y pan.
"Se gesta una situación de pánico", contó Mushfiq ur Rehman, un funcionario judicial del distrito que acude a ayudar a supervisar la distribución de comida.
"Hay suficiente comida, pero la gente tiene pánico porque no sabe cuando va a recibir su próxima comida", explicó.
La situación es especialmente difícil para las mujeres en esta región que es muy conservadora y donde muchas llevan burqa, el velo integral con una rejilla para ocultar los ojos, y que se cuidan de no mezclarse con los hombres.
"Nosotros somos pastunes: no salimos muy seguido de nuestras casas, pero ahora estamos obligadas", contó Yasmin Shah, de 56 años.
- "Humilladas" -
Las mujeres más ancianas ocupan los primeros lugares en las filas de distribución para asegurarse de obtener comida.
El calor tenaz se hace difícil de soportar cuando los pocos ventiladores que hay dejan de funcionar por un corte de electricidad. No hay duchas y hay muy pocos baños.
"Esta en juego nuestra dignidad (...) apesto, pero no hay donde tomar una ducha", dijo indignado Fazal e Malik que vive en una tienda con siete miembros de su familia y afirma que las mujeres de su clan "se sienten humilladas".
Cuando los camiones con alimentos llegan al colegio, las desesperadas familias se abalanzan y a veces son repelidas por la policía que golpea a las personas con bastones.
"La gente envía ayuda humanitaria, pero la distribución no está bien organizada", lamentó Yasmin.
"Habitualmente hay refriegas y la gente tiene que pelear para conseguir comida. Al final, algunos obtiene más y otros se quedan sin nada", destacó.
A.Murugan--DT