Martín Guzmán, el ministro argentino que negoció con el FMI con la paciencia de un tenista
Artesano de la salvadora renegociación de la deuda de su país, el joven ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, discípulo del nobel Joseph Stiglitz, supo encontrar la apertura necesaria para llegarle al FMI con la paciencia propia del brillante tenista de fondo que supo ser.
Argentina, la tercera economía más grande de América Latina, anunció un acuerdo de facilidades de pago extendidas para saldar una deuda con el Fondo Monetario Internacional, que originalmente condenaba al país a un vencimiento de 19.000 millones de dólares en 2022.
Durante los dos años que duraron las negociaciones, Guzmán se mantuvo en primera línea.
El actual ministro, el mayor de cinco hermanos, se crió en La Plata (a 55 km de Buenos Aires) y de joven ya brillaba en matemáticas, una materia que impartía su madre. Entonces participaba en olimpíadas internacionales de la disciplina, a la que naturalmente esperaba dedicarse.
Pero un año lo cambió todo: 2001. La situación ya venía complicada con la recesión y en diciembre Argentina sufrió una de las peores crisis económicas y sociales de su historia, que llevó a la ruina a millones de personas y generó disturbios saldados con la muerte de 39 personas a manos de la policía.
"La realidad a veces cambia las motivaciones", ponderó Guzmán, de 39 años, en una entrevista a mediados de enero con la AFP, al explicar que poco antes del colapso tuvo que elegir una carrera universitaria.
El "2001 fue un año muy difícil para Argentina, con seguridad lo más difícil para mi generación". "Lo que se vio en Argentina en ese momento fue muchísimo sufrimiento, familias que también se rompían, perdían posibilidad de empleo, de oportunidades, falta de esperanza".
"Y la realidad que se vivía en Argentina en mi caso particular me llevó a dedicarme a la economía", para entender "por qué pasa algo así y cómo resolverlo".
- "Una mente brillante" -
Este egresado de la Universidad de La Plata y luego de la prestigiosa Universidad de Brown en Estados Unidos, hallaría las herramientas de la mano del keynesiano Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, quien lo integró a su equipo de investigadores de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
La especialidad de Guzmán: la deuda soberana...
Convertido en uno de los economistas más influyentes de su generación, con un cargo de asesor en la Asamblea General de la ONU, Guzmán, casi desconocido en su país y sin militancia política, fue escogido a fines de 2019 por el flamante gobierno peronista de centroizquierda encabezado por Alberto Fernández.
Asumió entonces "uno de los trabajos más duros del mundo", según dijo a la prensa tras su nombramiento. Se colocaba al frente de una de las economías más inestables del planeta, con inflación y endeudamiento crónicos y en recesión por segundo año consecutivo.
Para Stiglitz, Guzmán era "la persona adecuada, en el lugar adecuado, en el momento adecuado". El economista estadounidense veía en el novel ministro, "uno de (sus) mejores alumnos", "una mente brillante".
Otro de los mentores de Guzmán, el argentino Daniel Heymann, lo definió en declaraciones al diario Infobae como alguien con quien "la metodología se adapta al problema, no al revés". "No es una persona dogmática".
"Más allá de sus cualidades técnicas, ponderadas por todos, es un muy buen tipo", dijo a su vez el exdecano de la Facultad de Economía de La Plata Martín López Armengol.
Guzmán es, por otra parte, un deportista consumado, algo que su complexión física atestigua. Practica asiduamente el tenis y también el fútbol, en el que es simpatizante del histórico Gimnasia y Esgrima La Plata.
- "Calmar" la economía y a la gente -
De tono equilibrado, modales serenos, voz resuelta pero suave, Guzmán nunca ha sido adepto de las declaraciones explosivas, a diferencia de otros en su entorno, como el presidente Fernández o la vicepresidenta Cristina Kirchner, que durante las negociaciones con el FMI recurrieron a menudo al desafiante y popular "nunca más".
En 2020, en plena pandemia y tras meses de negociaciones, Argentina selló un acuerdo con acreedores privados para la reestructuración de 66.000 millones de dólares en bonos bajo ley extranjera. En 2021, alcanzó un acuerdo con el Club de París.
El credo de Guzmán: honrar la deuda, sí, pero en la medida de lo posible. El ministro convenció a sus interlocutores que debían darle tiempo a Argentina y brindarle las condiciones necesarias para que pueda retomar el crecimiento y hacer que los pagos sean sostenibles.
"Calmar" la economía, "tranquilizar" a la gente, son conceptos habituales en el ministro. El recuerdo traumático de 2001 persiste.
De su pasado como tenista -su padre era profesor de tenis y él se destacó en torneos juveniles- Guzmán ha mantenido la paciencia del juego de fondo en las canchas de arcilla argentinas. Aunque confiesa que en Estados Unidos tuvo también que adaptarse a otras superficies.
Paciencia y adaptabilidad. Dos características que le servirán, sin duda, cuando tenga que hacer aceptar los inevitables ajustes presupuestarios plasmados, en letra pequeña, en el acuerdo con el FMI.
C.Akbar--DT