Kenia se prepara para votar mientras ignora la sequía que tiene a millones con hambre
En el polvoriento norte de Kenia, azotado por la sequía, los pobladores de Purapul están al borde de la hambruna, sobreviviendo apenas con bayas silvestres.
Loka Metir sabe que estos frutos amargos enferman a sus hijos, debilitándolos aún más. No ha llovido en tres años y no hay nada que comer.
"Esta es la única manera de sobrevivir", dijo a AFP esta madre de cinco hijos en Purapul, distante dos días a pie del poblado más cercano en el árido distrito de Marsa bit.
Al menos 18 millones de personas en el Cuerno de África enfrentan hambre severa ante la peor sequía en 40 años que devasta a la región.
Más de 4 millones están en el norte de Kenia, una cifra que ha subido de forma sostenida este año, en que la crisis pasa casi inadvertida en medio de una dura --y costosa-- campaña electoral.
Casi 950.000 niños de menos de cinco años y 134.000 mujeres embarazadas o lactantes en las zonas áridas de Kenia enfrentan desnutrición aguda y requieren de ayuda, según datos oficiales a junio.
- "Bajo la alfombra" -
El Banco Mundial pronosticó en junio que la sequía, sumada al impacto económico de la guerra en Ucrania, golpearía la recuperación económica de Kenia tras la pandemia del coronavirus.
Pero apenas figura en la agenda electoral cuando los políticos de Kenia recorren el país en busca de votos.
El tema dominante en el país del Este de África es la inflación desbordada, que opacó cualquier otra preocupación.
Manifestantes en las grandes ciudades han amenazado con boicotear las elecciones del 9 de agosto si no bajan los precios, al coro de "sin comida no hay elección".
La situación del norte de Kenia ha sido en gran parte barrida "bajo la alfombra", dijo el economista Timothy Njagi, del Instituto Tegemeo de Política Agrícola y Desarrollo, en Nairobi.
Cuatro frustradas temporadas lluviosas, agravadas por el cambio climático, crearon las condiciones más secas desde inicios de los años 1980.
Ríos y pozos se secaron y las áreas de pastoreo se volvieron polvo, provocando la muerte de más de 1,5 millones de cabezas de ganado solo en Kenia.
Cadáveres de animales aparecen por las llanuras pedregosas alrededor de Purapul, donde familias de pastores han luchado sin leche y carne en sus alimentación, y sin bienes para intercambiar por comida.
- Ignorados -
Iripiyo Apothya miró a sus cabras encogerse y morir. Las pieles que no pudo hervir y comer cubren el piso de su choza.
"Ahora como lo que comen los monos", dice la mujer de 73 años con un puñado de bayas que hierve para hacer una pasta amarga.
"Pero incluso eso se está acabando, ¿qué vamos a hacer?, pregunta en la aislada aldea, que no tiene escuela, carretera, tienda o dispensario.
Los dos principales candidatos presidenciales, William Ruto y Raila Odinga han llegado por helicóptero a la zona golpeada por la sequía, con promesas de infraestructura y desarrollo en sus breves escalas.
Pero esta zona no ofrece muchos votos y las sequías no suelen ayudar a ganar elecciones, comentó Karuti Kanyinga del Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Nairobi.
Claire Nasike, de Greenpeace África, dijo a AFP que las promesas de los candidatos de invertir en agua y agricultura en las zonas secas carecen de detalles relevantes para que sean efectivos.
- "Estamos muriendo" -
La sequía, que podría extenderse a 2023 si no llegan las próximas lluvias, como se prevé, tampoco ha llamado mucho la atención mundial.
Un llamado internacional para ayudar a Kenia a enfrentar la sequía recaudó 17% de su meta, comparado con un pedido de ayuda para Ucrania que recogió casi 86% de su meta de 1.920 millones de dólares, según datos de la ONU.
Bajo una acacia, un médico examina a decenas de madres y niños que sufren de desnutrición en su visita quincenal a Purapul.
"La ayuda que damos es una gota en el océano", admitió James Jarso, de World Vision, una de las pocas organizaciones de caridad que ayudan en el terreno a los afectados por la sequía.
El gobierno ha dicho que invirtió más de 10.000 millones de chelines (84,3 millones de dólares) desde que la sequía fue declarada emergencia nacional en septiembre pasado.
"Vivimos tiempos económicos difíciles. Hacemos lo posible dentro de los medios del gobierno por apoyar a las comunidades", declaró a AFP Steven Mavina, vice comisionado del distrito de Loiyangalani.
En Purapul, los pobladores extraen agua de un pozo contaminado y esperan que llegue la ayuda.
"Nadie nos ayuda", aseguró Apothya. "Quiero que la gente sepa que nos estamos muriendo".
O.Mehta--DT