El derrumbe de un edificio cristaliza el descontento social y político en Irán
Las manifestaciones de cólera contra las autoridades locales tras el mortífero derrumbe de un edificio en el sudoeste de Irán se enmarcan en un movimiento general de cuestionamiento a la República islámica, según los expertos.
Las manifestaciones recorren el país desde hace varias semanas, especialmente tras el fin de las subvenciones gubernamentales a la harina y el aumento de los precios del aceite o de los productos lácteos en un contexto de grandes dificultades económicas debido a las sanciones estadounidenses.
El derrumbe el 23 de mayo de un inmueble en construcción en Abadan, una de las principales ciudades de la provincia de Jozestán (suroeste), generó una nueva ola de indignación. Al menos 36 personas murieron, según el último balance.
El Guía supremo iraní, ayatolá Ali Jamenei, instó a encausar y castigar a los responsables de esta tragedia. La justicia regional informó de la detención de 13 personas, incluidos el alcalde de Abadan y dos antecesores en el cargo, acusados como "responsables" del drama.
Sin embargo, las críticas se ceban sobre todas las autoridades, incluso el ayatolá Jamenei, como lo demuestran los eslóganes dirigidos contra el Guía supremo, según imágenes de manifestaciones que circulan en las redes sociales.
La protesta congrega a "clases medias e inferiores", golpeadas por un empobrecimiento general que afecta a sus "necesidades cotidianas", y que también critican "la corrupción del régimen", según Farhad Khosrokhavar, director de estudios jubilado de la Escuela de altos estudios en ciencias sociales (EHESS) en París.
Kasra Aarabi, principal analista de Irán en el Tony Blair Institute, considera que "las manifestaciones no son solamente sobre el estado de la economía sino también sobre la legitimidad de la República islámica".
La movilización gana tanto las zonas rurales como las urbanas y la participación de los trabajadores, base popular de la República islámica, es fuente de preocupación para el régimen, agrega.
- La "fragilidad" del sistema -
El domingo, día de duelo nacional por el drama, centenares de personas congregadas en Abadan para una ceremonia de recuerdo, gritaron consignas para eclipsar el discurso de un representante local de la Asamblea de expertos, órgano colegial encargado de nombrar, supervisar y eventualmente destituir al Guía supremo, según informó al agencia de prensa Fars.
Otros tiraron al suelo la cámara de la televisión de Estado y la policía exhortó a la gente "a dejar la calle", indicó la agencia Tasnim.
Desde hace más de una semana, se producen concentraciones nocturnas en Abadan y en otras ciudades de la provincia para llorar a las víctimas y exigir responsabilidades.
Algunos activistas han reportado muertos en las manifestaciones a mediados de mayo, antes del derrumbe en Abadan, donde se han enviado fuerzas de antidisturbios que, según ellos, utilizaron balas.
"Ello demuestra la fragilidad y la inestabilidad del régimen iraní: cualquier incidente puede provocar manifestaciones masivas que pueden ser descontroladas. Así, el derrumbe de un edificio emerge como una amenaza existencial para el sistema" afirma Mahmud Amiry Moghaddam, director de la ONG Iran Human Rights (IHR), basada en Oslo.
Las protestas han llegado incluso hasta las tribunas de los aficionados al fútbol: seguidores del club Esteglal de Teherán gritaron "¡Abadan!" durante un reciente partido en al estadio Azadi de la capital.
En el ámbito cultural, varios cineastas iraníes, entre ellos el premiado Mohammad Rasulof, publicaron una carta abierta exhortando a las fuerzas de seguridad a "dejar las armas" y no oponerse a la cólera contra "la corrupción, el robo, la incompetencia y la represión".
Y la actriz iraní Zar Amir Ebrahimi, al recibir el sábado el premio de interpretación femenina en el festival de Cannes, declaró en persa: "Mi corazón está con los hombres y las mujeres de Abadan"
A.Al-Mehrazi--DT