Singapur ejecuta a un malasio con discapacidad mental
Un hombre malasio con discapacidad mental fue ejecutado el miércoles de madrugada en Singapur, indicó su hermana, tras una larga batalla legal y a pesar de los numerosos llamados internacionales en contra de la sentencia.
Nagaenthran K. Dharmalingam fue detenido en 2009 cuando tenía 21 años por llevar 43 gramos de heroína al entrar a Singapur, que tiene una de las leyes antidrogas más severas del mundo. Un año después fue sentenciado a muerte.
El plan de ejecutarlo había generado una ola de condena internacional, desde Naciones Unidas a la Unión Europea o el magnate británico Richard Branson, del grupo Virgin.
Pero una década de batallas legales terminaron en saco roto por los rechazos de los tribunales de Singapur a sus recursos y la negativa presidencial a mostrar clemencia con el reo.
"Es increíble que Singapur procediera con la ejecución a pesar de las llamadas internacionales a perdonarle la vida", dijo a la AFP su hermana Sarmila Dharmalingam desde Malasia, donde será repatriado el cuerpo.
"Estamos extremadamente entristecidos por la ejecución de nuestro hermano y la familia está en un estado de conmoción", añadió.
Cientos de personas participaron en dos inusuales manifestaciones en Singapur contra la ejecución. También hubo vigilias y protestas en Malasia, donde el rey y el primer ministro se sumaron a los pedidos de clemencia para el reo.
Reprieve, una ONG que hace campaña contra la pena de muerte, aseguró que Nagaenthran fue "víctima de un trágico error judicial".
"Ahorcar a un hombre intelectualmente discapacitado, que no está bien mentalmente (...) es injustificable y una violación flagrante del derecho internacional", dijo su directora Maya Foa.
La ejecución había sido aplazada en noviembre por un último recurso que argumentaba que la ejecución de una persona con discapacidad mental contravenía el derecho internacional.
Su defensa aseguró que tenía un coeficiente intelectual de 69, un nivel reconocido como discapacidad, y que fue empujado a cometer el crimen. Pero las autoridades rebatieron que el hombre era consciente de sus acciones.
Después de dos años de pausa, Singapur ahorcó el mes pasado a un narcotraficante y grupos de activistas temen ahora una ola de ejecuciones de otros reos en el corredor de la muerte.
Este territorio, con una baja tasa de criminalidad, se resiste a abolir la pena de muerte asegurando que este castigo le ha permitido convertirse en uno de los lugares más seguros de Asia.
A.Al-Mehrazi--DT